La pintura y su obra de acompañamiento fue comisionada por el Monasterio Mercedario de Sevilla poco después de la canonización de Pedro Nolasco, quien cuatro siglos antes estableció una Orden laica para liberar a los cristianos del cautiverio morisco. En su visión Pedro de Nolasco, en la túnica blanca de su Orden, ve la Nueva Jerusalén mostrando por un ángel. La ciudad celestial con su torre se asemeja a Avila contemporánea.