Este cuadro fue encargado por el gobierno provisional de España, a propuesta de Goya, para conmemorar la invasión de España por las tropas de Napoleón en 1808. En el momento en que fue pintado, la pintura fue considerada innovadora y revolucionaria, ya que presenta los horrores de la guerra que hasta ahora no habían sido ilustrados abiertamente. La pintura se centra en un hombre, iluminado en luz blanca en medio de la pintura, brazos mantenidos a los lados, frente a un pelotón de fusilamiento francés. Sus compañeros muertos encendieron la tierra. Se considera así una de las primeras piezas del arte moderno. Esta pintura ha influenciado a varios otros artistas, que han referenciado directamente el estilo y el escenario de la pintura, incluyendo Edouard Manet y Pablo Picasso.