Una historia interesante que indica el examen intelectual de Kandinsky en la creación de sus obras gira alrededor de esta composición. Se agotó durante los meses de estudio que pasó en preparación para esta pintura, y decidió ir a dar un paseo. Su asistente en ese momento, Gabrielle Munter, que estaba ordenando el estudio en ausencia del artista, inadvertidamente volvió el lienzo a su lado. Al regreso de Kandinsky, vio el lienzo, cayó de rodillas y comenzó a llorar por la belleza de la pintura. Su nueva perspectiva sobre la pieza cambiaría su visión y dirección artísticas para el resto de su vida.