La Virgen sostiene un montón de uvas que el Niño Cristo está comiendo. Detrás de las figuras se encuentra un extenso paisaje montañoso y sobre él un cielo azul brillante. Las montañas en el fondo toman un tono azul, un dispositivo utilizado para representar los efectos de la atmósfera en un paisaje distante. Los tonos fríos y monocromáticos del paisaje sirven para enfatizar los colores fuertes de las figuras principales.